AutoHebdoSport
0

Después de acontecimientos importantes protagonizados por Ferrari, acostumbro a pulsar la opinión de los tifosi en las redes sociales. Aparte de pura pasión, también se percibe mucho conocimiento de la Fórmula 1 en los aficionados transalpinos. Tras este ejercicio, uno suele acabar con una información muy valiosa acerca de los próximos previsibles pasos de la Scuderia. Porque si a alguien teme Maranello no es a la prensa, sino al sentir de la grada. Los periodistas, con su fino olfato, lo que hacen básicamente es transcribir los sentimientos de los seguidores ferraristas.

Era inevitable, por tanto, que dedicara un tiempo a bucear por las redes buscando reacciones a la extraordinaria victoria de Carlos Sainz en Singapur. Una vez más, pude darme cuenta de que Charles Leclerc tiene mucho más predicamento entre los tifosi que Carlos Sainz, pero también me di cuenta de que algo empezaba a cambiar. Los “leclercistas” recalcitrantes no se bajaban de su burro, restando mérito al español, pero los que eran simplemente ferraristas defendían que Leclerc podía tener todo el talento del mundo, pero que el que había devuelto año y medio después al cavallino a la senda del triunfo era Sainz.

El debate acerca del talento, además de divertido, era tan acalorado como interesante. Muchos defendían que está muy bien eso de hacer poles y ganar carreras cuando el viento sopla a tu favor, pero que, en alusiones a Sainz, el talento también hay que mostrarlo en las situaciones difíciles. No eran pocos los que defendían que los valores de Carlos de valentía, inteligencia, método y sensibilidad técnica también significan talento. Hay que reconocer que los italianos tienen arte haciendo poesía con el insulto, porque ya no pude reírme más cuando llegué a leer de alguien: “Te lo explico, el secreto de que Carlos encuentre su máquina más equilibrada que Leclerc es muy simple, son sus cojones”.

Se puede ser más suave que el tuitero italiano en la descripción, pero no más gráfico. Es indudable que Charles Leclerc tiene un don natural para pilotar que en ocasiones puede lograr cosas imposibles. Pero eso no basta para ser el “piloto 10”, ni desde luego es una descripción acertada de lo que es el talento. Existe de entrada un método aritmético de puntuación donde el que acaba sumando más puntos que otro al final de la temporada es el mejor piloto. Carlos superó a Charles en 2021 y de momento va por delante en 2023. Cierto es que imponderables mecánicos o accidentes fortuitos pueden ofrecer una película engañosa, pero, después de tres temporadas juntos, no parece tan claro que Leclerc fuera la mejor opción de Ferrari en caso de tener un coche con opciones de pelear por el Mundial.

Pero, aun así, algunos seguirán negando el pan y la sal a Carlos Sainz. Ahora, el argumento favorito de sus detractores es que el coche “está hecho a su medida”, porque es un vehículo fundamentalmente creado por Mattia Binotto, que era su valedor. Es un argumento pobre, porque Carlos se adapta bien al coche de esta temporada, igual que tuvo enormes dificultades la pasada con un coche que sin embargo le iba bien a Leclerc. Ahora bien, dando por bueno el argumento de ser un coche pensado para el estilo de conducción de Carlos, ¿no es significativo que la máquina se diseñe acorde a sus indicaciones?

En Monza, un Leclerc desesperado tuvo al final que tirar de los reglajes de Carlos para pelear por la pole position. ¿No es acaso un talento el desarrollar el coche siempre en la dirección correcta? En Monza, Leclerc también planeó su carrera para derrotar a Sainz, no para oponer resistencia a los Red Bull. ¿No es acaso talento el defender a muerte la posición frente a los Red Bull y ya sin ruedas defender tu podio frente a un compañero oportunista? A ver si después de la lección magistral de Singapur el problema va a resultar ser que el del verdadero talento no era “Il Predestinato”, sino “Il Rompecoglioni Spagnolo”…

 

Nº 1788 (Noviembre, 2023)